LA VIOLENCIA. YA NO GUARDEMOS SILENCIO, DENUNCIÉMOSLA

El fenómeno de la violencia en El Salvador y América en general ha llegado a niveles de considerarlo como el problema más importante para la población, las empresas y para el Estado.

 

La población a diario vive (sobrevive, es un mejor término) día a día la incertidumbre de saber si va a regresar a casa con bien, si los hijos no han sufrido el flagelo de ser extorsionados, secuestrados, asaltados o asesinados.

 

El común del día a día es ver y escuchar noticias de violencia.   Ya es habitual y tristemente aceptado el conocer de extorsiones a cambio de “respetar” la vida de un ser humano, de que asaltaron en pleno día y en pleno centro de la ciudad a una persona, que se debe llevar dinero para comer y más para darle al pandillero para no sufrir una acuchillada o un balazo, en fin una y otra muestra de violencia.

 

La violencia no solo la sufren las personas que han sido violentadas, sino que también la sufren las familias y amistades.   Las familias se quedan sin un padre, sin una madre, sin un hijo, sin una hija,  sin un hermano, sin una hermana, sin un padre, sin una madre o sin un amigo o sin una amiga.

 

Además, la violencia no es sufrida un día, sino que los traumas que sufre una persona pasan a ser irremediables, el miedo a salir de la casa nuevamente, el dolor de perder a un familiar o a un amigo, atemorizarse al escuchar un ruido o soñar con la violencia dura semanas, meses y años.   La violencia es una marca para toda la vida.

 

Ante tal situación, es importante reconocer el origen de la violencia, la cual es la búsqueda ingresos.  

 

Tal hecho se transforma en desintegración familiar cuando un padre o madre tiene que emigrar para buscar un sueño que al final se convierte en pesadilla americana.   O cuando el mercado induce a los medios de comunicación a transmitir violencia todo el día, en los noticieros, en las películas en incluso hasta en las series infantiles.   O cuando las empresas que venden juguetes o videojuegos tienen como principales productos las armas de juguete o los videojuegos de matar.

 

Las empresas, ahora, tienen más gastos en seguridad, en vigilancia y protección.   Los empresarios tienen que pagar una parte de sus ingresos en extorsiones.

 

Los Estados no se encuentran en paz, ahora la guerra es contra la violencia, y la inversión en seguridad cada año acumula un porcentaje mayor del producto interno bruto, debido a mayores índices de criminalidad.

 

Ante esta situación es muy importante empezar a hacer algo, empecemos con nosotros mismos, no incitemos la violencia en casa o en el trabajo, denunciémosla, actuemos organizadamente contra ella.   Es tiempo de que recordemos ser humanos, que no veamos una muerte o un hecho violento como algo normal.

 

Finalmente, les dejo mi versión del poema “Cuando los nazis vinieron por los comunistas” de Martin Niemöller quien guardó silencio hasta que el involucrado era él.  

 

“Primero mataron a un anciano

guardé silencio, porque no era mi abuelo.

 

Luego secuestraron y apuñalaron a una mujer

guardé silencio, porque no era mi hermana.

 

Después le dispararon a un grupo de jóvenes en la cancha

guardé silencio, porque no eran mis vecinos.

 

Más tarde amenazaron a un hombre con matar a su familia si no pagaba

guardé silencio, porque no los conocía.

 

En seguida secuestraron a un bebé, lo mataron y le robaron sus órganos

guardé silencio, porque no era mi hijo.

 

Finalmente, me apuntan con un arma

pero ya es demasiado tarde para mi, para mi esposa y mi hijo.”

 

Ya murieron muchos hijos, muchos esposos, muchas madres.   Ahora sufren mucha gente el dolor de una pérdida de un ser querido.   No guardemos silencio, denunciemos la violencia.